Thursday 24 January 2008

Davos, el clima y nosotros


Albert Gore ha vuelto a advertirlo: el cambio climático va más rápido incluso de lo pronosticado por el panel intergubernamental de la ONU en noviembre pasado.

“La crisis del clima es significativamente peor y se desarrolla más rápido de lo que advirtieron las proyecciones más pesimistas del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC)”, dijo Gore en el Foro de Davos, Suiza.

En Noviembre pasado, el IPCC indicó que el calentamiento global es inequívoco, como lo prueban el aumento de las temperaturas medias del aire y el océano, y el derretimiento general de la nieve y el hielo.

A la vez, aseguraba que aún hay tiempo para frenar el fenómeno y que el costo de ese esfuerzo, incluso tomando en cuenta las medidas más drásticas, equivaldría a menos del 0.12% anual de la producción económica mundial.

Números

Ahora Gore, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, y otras personalidades presentes en Davos vuelven a insistir en la alarma.

Según algunos pronósticos, las capas de hielo del Polo Norte podrían desaparecer por completo en el verano dentro de cinco años.

Algún progreso se logró en la reciente cumbre de Bali, Indonesia, pero hay páginas pendientes como las de Estados Unidos y China, junto a un enorme grupo de países pobres sin presupuesto para acometer políticas ambientales de choque.

Precisamente en Davos se publicó un estudio de las universidades de Yale y Columbia, que con base en 25 indicadores listó los países acorde con su actuación medioambiental.

Suiza es el primero, y como regla los países pobres ocupan los últimos escaños, pero muchos podrían mejorar, entre ellos Estados Unidos (39), Japón (21), España (30), Gran Bretaña (14), cuando otros como Costa Rica o Colombia están en los puestos quinto y noveno.

La atención está también sobre economías enérgicamente emergentes como China (105) e India (120).

Equilibrar la balanza

Por ahora, el recurso más efectivo parece ser la implementación a escala mundial de impuestos a las emisiones de gases con efecto invernadero.

Sin embargo, no todos los países tienen recursos y capacidad.

La Unión Europea es quizá el bloque económico con mayor avance en una política que debe ser, a la vez, decidida y equilibrada.

Según el programa de la UE para reducir sus emisiones en 20% hacia el 2020 con respecto a 1990, presentado en Davos, el esfuerzo costaría 3 euros semanales a cada ciudadano europeo.

“Un costo muy inferior al derivado de no hacer nada frente al cambio climático”, constató el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

La meta es que el 20% de la energía que se consume en la UE proceda de Fuentes renovables y que el 10% de los carburantes sean biocombustibles.

Las empresas que participan en el sistema de comercio de emisiones contaminantes deberán recortar sus gases de efecto invernadero en 21% respecto a 2005.

Como parte de un sistema de subasta, las instalaciones industriales deberán comprar los permisos necesarios para poder emitir CO2, derechos que ahora conceden los Gobiernos de forma gratuita.


También se estudia regular la captura y almacenamiento de CO2 para su posterior inserción en formaciones geológicas.

Las reacciones: las patronales insistieron en que cualquier esfuerzo no debe dañar la competitividad; los sindicatos valoraron el paquete como paso significativo pero advirtieron sobre cualquier impacto en el empleo y advirtieron que la cuestión social debe ser prioridad; las organizaciones ecologistas consideraron que no es suficiente.

El programa debe aún ser estudiado y aprobado por el Parlamento Europeo.

Su principal detalle es que el esfuerzo deberá hacerse en función del PIB de los países miembros. A mayor PIB, mayor esfuerzo.

Retos


“Nos estamos quedando sin tiempo”, dijo en Davos el Secretario General de la ONU.


Es preocupante, pero más inquietante es la enormidad del reto y su complejidad, pues no se trata sólo de impuestos sobre emisiones.


El esfuerzo debe ser coordinado y tomar en cuenta la ayuda al desarrollo y el enfrentamiento a problemas como la pobreza, el acceso al agua, pandemias como el SIDA y el alza de los precios de los alimentos y energía, que desestabilizan a países y regiones.


Coherencia en las acciones es la divisa que en Davos unió los discursos de Gore, Ban Ki-Moon y hasta de la estrella rockera Bono.


El problema es el consenso.


Economía, mercado y consumo


Los temores de recesión en Estados Unidos resfrían por estos días las bolsas en Europa y Asia.


La Secretaria de Estado norteamericana, Condoolezza Rice, llegó a Davos para decir que la economía estadounidense es resistente y seguirá siendo un motor destacado del crecimiento económico mundial.


Sus palabras hicieron que hubiera un ligero repunte positivo en la bolsa de Nueva York.


Un sondeo en el Foro de Davos arrojó que las principales preocupaciones de la elite económica del mundo son, en este orden:


-la falta de respuesta coordinada y de liderazgo ante la crisis actual de los mercados financieros.

-La mala gestión de la crisis actual

-una recesión en la economía estadounidense como consecuencia de la crisis inmobiliaria y crediticia y de la caída del consumo

-crisis de crédito global severa


Sin embargo, el cambio climático, la pobreza, la falta de acceso al agua, el encarecimiento de la energía y los alimentos, y toda la inestabilidad política que traen, son como la bolsa magmática de Yellowstone pujando por reventar y cubrir a la Tierra de un invierno económico.


El consumo es uno de los principales índices de la economía estadounidense, y de muchas otras. Las bolsas se inquietan cuando la gente no consume lo que debiera consumir para mantener el crecimiento.


Va siendo hora de buscar estrategias y consensos para que lo ambiental y lo social coticen en primera plana en bolsa.


El discurso y la práctica del crecimiento económico a toda costa pueden llevar a la catástrofe, ya no a nivel de países sino mundial.


Desde la visión individual, quizá sea necesario preguntarnos ante cada señal de la compulsión cotidiana de compra cuánto realmente necesitamos. Porque no sólo se trata de reciclar.


A mayor escala, nacional y global, el reto es de gobiernos y empresas. Ahí está el verdadero punto donde urge actuar.


El propio Gore alertó que ante el cambio climático es importante alejarnos de la idea de que las acciones personales representan una solución a la crisis actual.


“Esas acciones son importantes, pero además de cambiar las bombillas de luz debemos cambiar las leyes", afirmó.


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